domingo, enero 06, 2008

Tal como en los viejo tiempos.

Me dijeron que me iba a hacer bien salir un rato, distraerme, olvidarme de lo que había pasado, no sé muy bien que fue lo que dije, debí haber dado alguna excusa estúpida o algo así, que no me sentía bien, que me daba lata, que no quería ir… Me dijeron que no me preocupara, que ellos se encargaban de todo, que me iba a servir para relajarme o algo así. No sé porque dije que sí, todo el camino me pareció que algo malo iba a ocurrir en cualquier momento, iba predispuesto para un desastre o algo así. Cuando llegamos nos bajamos del auto y comenzamos a caminar hacia la puerta del club. Había mucha gente tratando de entrar todas agolpadas contra las rejas, con sus entradas en sus manos y gritando cualquier cosa, Roberto era sobrino del dueño del local así que se acercó a uno de los guardias y le dijo algo al oído, después nos apunto a nosotros y siguió hablando con él, cuando terminó le sonrió y le dio unas palmaditas en la espalada y se dio vuelta -Todo listo- nos dijo, e hizo una señal para que lo siguiéramos nos llevo por un lado del club en donde había una puerta con una luz sobre ella, nos dijo que teníamos que esperar aquí unos momentos y que después podíamos entrar, luego le preguntó a Pablo si es que era ahora era el mejor momento, que era muy complicado hacerlo adentro, que si los pillaban, su tío se podía meter en un problema. Pablo dijo que sí, él era como una especie de líder de nuestro grupo, nadie lo había nombrado, ni él se llamaba a si mismo como el jefe, pero todos lo sabíamos, no sé porque la verdad, Felipe era el más inteligente del grupo, Roberto era el más atlético, Pablo era… no sé, quizás solamente era el único con el carácter para ser líder, son de esas cosas con las que se nacen o no, yo no la tenía por eso él era el líder, tampoco estoy muy seguro si líder era la mejor palabra como llamarlo, no era como si nos obligara a hacer algo o tomara todas las decisiones importantes por si solo sin consultárnoslo, pero su opinión era quizás la más importante, todos tratábamos de agradarle, no sé por qué, porque era él líder supongo…

Roberto sacó del bolsillo de su pantalón una pequeña bolsa que cabía dentro de su mano derecha perfectamente, la abrió y saco unas pastillas blancas, 4 para ser exactos, una para cada uno, y las puso sobre su palma izquierda. Las pastillas no eran más grandes que una aspirina pero tenían unos símbolos grabados encima, de superhéroes, ya saben como los que aparecen en las películas, una tenía una gran “S”, otro un murciélago como el de Batman, otra un rallo como Flash, la cuarta tenía un símbolo que no conocía, según yo parecía como una “O” atravesada por una ralla, no sé de quién era ese símbolo. Pablo nos miro a mí y a Felipe, y nos dijo que eran solamente unas pastillas, que no nos iba a pasar nada, tan solo eran para que nos sintiéramos bien, para que nos “prendiéramos”. Felipe me miro con cara de susto, como preguntándome que tenía que hacer… la verdad es que no lo pensé mucho, tan solo estire la mano y cogí la pastilla con el símbolo de Batman, la puse sobre mi lengua y la trague. Pablo me sonrió, me dio una palmada en el hombro y tomó la pastilla de Superman, Roberto agarró la de Flash y le paso la última a Felipe. Roberto me agarró a mí y a Felipe y nos dijo que hoy lo íbamos a pasar “la raja”, y después se puso a aullar como un lobo, todos lo seguimos, era como nuestro grito o nuestro no sé qué, éramos unos lobos, y estábamos de cacería.

Estando ya dentro del lugar nos dirigimos a la barra, una mujer rubia, teñida supuse ya que tenía las raíces del pelo negras al igual que las cejas, con una polera ajustada al cuerpo que dejaban ver a través de su escote sus enormes senos nos preguntó que queríamos de beber, antes de que pudiera decir algo Pablo contesto por nosotros, no recuerdo muy bien lo que pidió, solo que después se acerco a la mujer y le dijo algo a su oído, él sin alejarse de ella ni un centímetro me apuntó con el pulgar, ella me miro y sonrío, luego se dio vuelta y comenzó a preparar los tragos, un rato después Pablo volvió con cuatro vasos servidos al tope, nos entrego uno a cada uno y levanto el suyo sobre su cabeza –Tal como en los viejos tiempos ¿verdad?- dijo y se llevo el vaso a la boca, todos hicimos lo mismo. No sé cuantos tragos nos tomamos ni cuánto tiempo estuvimos al lado del barra, tampoco de que conversamos o si es que conversamos algo o no, solo recuerdo cuando Felipe me dijo –Oye, ¿No esa la Camila? esa mina que esta allá bailando con ese huevón, con una polera verde- Tampoco sé muy bien que fue lo que hice después, ni porque lo hice pero recuerdo que deje el vaso en la barra y comencé a acercarme a ella, no sabía que le iba a decir o que le iba a hacer, tan solo recuerdo que comencé a caminar en su dirección. Cuando estaba a escasos metros de distancia una mano me agarra del brazo por detrás – ¡Déjame! Le voy a sacar la cresta ese huevón- dije, sin importarme quien fuera. – ¿Por qué no bailamos un rato mejor?- Era la mujer de la barra, la que me sonrío, la que me sirvió los tragos, la que me pregunto si estaba soltero, la que me pregunto que estaba celebrando, ella. Tomó mis manos y las llevó a sus caderas y comenzó a bailar al ritmo de la música, tenía unos labios grandes y pintados de rojo y se movía de una forma espectacular, llevaba unos jeans azules apretados que dejaban ver su perfecta silueta, hacía un calor infernal dentro de la pista de baile y una gota de sudor corría entre sus senos, la tomé por detrás y seguimos bailando, su cuerpo estaba apretado contra el mío, cuando levante la vista vi a la Camila mirándonos con los ojos enrojecidos, la verdad no estaba esperando que se fijara en nosotros, pero no me sentí mal conmigo mismo ni mucho menos, podríamos decir que hasta me resulto placentero verla pasar por mi lado y sin decir nada, verla abrasarse con sus amigas y salieron del club.

Bailé toda la noche con la rubia, cuando prendieron las luces del lugar ya solo quedaban unas 20 personas, ella me dijo que iba a buscar sus cosas y después nos íbamos, que la esperara ahí mismo, al rato Felipe y Roberto se me acercaron y me preguntaron si había tenido suerte o si me iba con ellos, les dije que sí, que se fueran no más, que mañana hablábamos y les pregunte donde estaba Pablo, me apuntaron a la barra y ahí estaba, hablando con la chica del bar y pasándole unos billetes, ella se dio media vuelta y comenzó caminar hacia mí, detrás de ella estaba Pablo quien me cerró un ojo y comenzó a aullar, éramos lobos y estábamos de cacería, tal como en los viejos tiempos.